sábado, 20 de junio de 2009

EL PERÚ EN LA MIRA DE LA NEO-REVOLUCIÓN SEUDO-INDÍGENA

EL PERÚ EN LA MIRA DE
LA NEO-REVOLUCIÓN
SEUDO-INDÍGENA
Tradición y Acción alerta a la opinión pública

Los lamentables sucesos de Amazonas han
conmocionado profundamente a la Nación, aún
horrorizada ante una explosión de violencia sin
precedentes en el pasado reciente del país.
Para comprender debidamente esta tragedia,
es necesario situarla en un panorama de conjunto,
relacionado con la actual coyuntura revolucionaria
mundial.
1. Cuando quedó evidente el insanable fracaso
de la propaganda comunista —jamás un partido
de ese signo venció una elección libre en ningún
país del mundo—, las fuerzas que impulsan la Revolución
anticristiana se vieron obligadas a alterar
su estrategia. Perdida la ilusión del apoyo de las
clases trabajadoras y estudiantiles, cada vez más
refractarias a la prédica marxista, dichas fuerzas
deliberaron crear un “nuevo proletariado”, esta vez
compuesto de minorías marginales: desde simples
carentes hasta feministas radicales, pervertidos
sexuales, drogadictos, elementos de la contracultura
y otros, pasando por desadaptados de varios
tipos. A este conglomerado heterogéneo lo presentan
como los oprimidos de hoy, los etiquetan
de movimientos sociales, y los lanzan contra la
sociedad “opresora” con el apoyo de millonarias
ONGs. Es la revolución cultural, nombre de esta
nueva estrategia revolucionaria.
2. En América Latina, tal estrategia incluye el
aprovechamiento de comunidades autóctonas
como masa de maniobra para el viejo plan anárquico
de desmantelar los Estados nacionales. Ya
en 1928 el VI Congreso de la Internacional Comunista
instruía a sus partidos afiliados en Latinoamérica
a elaborar “medidas especiales relativas a la
autodeterminación de los indios”, de las cuales
resultaron propuestas para crear las “repúblicas
de Quechuan y Aymaran” en el Perú, la “república
de Arauco” en Chile, y otras similares1.
Más tarde, en 1981, el 29º Congreso del Partido
Socialista Obrero Español presentó un detallado
elenco de los “movimientos sociales” a ser utilizados
para esa revolución cultural. El mismo incluye
grupos “de ecología, feministas, ...de homosexuales,
asociaciones culturales, de minorías étnicas”
(las cuales comprenden a los indígenas), etc.2 Tales
grupos han de ser utilizados como arietes para
demoler la civilización actual e implantar la anarquía
soñada por Marx y sus sucesores.
3. Para este designio el comunismo encontró
en América Latina un precioso aliado: la teología
de la liberación, cuyos voceros más notorios pregonan
que cuanto más una comunidad aborigen
sea marcada por el primitivismo y el estancamiento,
tanto más ella es una obra maestra de sabiduría
antropológica; y que por ello no debe civilizarse,
ni progresar, ni practicar las virtudes cristianas,
sino mantenerse vegetando indefinidamente
en su secular inercia. Más aún, afirman que la ausencia
de propiedad, de lucro y de instituciones en
esas tribus las aproxima a la soñada sociedad comunista
anárquica; y seducidos por esta visión idílica
e irreal de la vida selvática se vuelven al mismo
tiempo tribalistas y procomunistas3.
4. Pero la pretendida afinidad tribu-comunismo
es sólo aparente: como bien señala el Prof. Plinio
Corrêa de Oliveira en un best-seller de candente
actualidad en Brasil4, una comunidad indígena
primitiva puede compararse a una planta que no
creció pero que aún podrá crecer y dar excelentes
frutos; mientras que el “neocomunista” tribalista
es exclusivamente un demoledor de la sociedad
actual.
5. La crisis de la civilización moderna —globalizada,
superorganizada e hipertecnificada— es
ante todo una crisis moral, resultante del abandono
de las enseñanzas de la Iglesia, con la consecuente
pérdida de sabiduría y de virtudes cardinales
como la templanza, lo cual acarrea desequilibrios
de todo tipo, especialmente notorios
en las actuales megalópolis masificadas. Los
“neocomunistas” se sirven de esos desequilibrios
como pretexto para proponer un salto hacia el desequilibrio
opuesto, el tribalismo colectivista, inerte
e improductivo. Eso explica sus ataques al capitalismo,
al “neoliberalismo”, a la agroindustria,
y a todas las actividades productivas en gran escala
propias de la civilización actual, tales como
la explotación minera y petrolera.
6. Ahora bien, lo contrario de un desequilibrio
no es el desequilibrio contrario, sino el equilibrio.
Y en este caso, el equilibrio sólo puede surgir
del respeto a las instituciones que fundamentan
el orden social verdadero: la familia indisoluble,
la propiedad privada y la libre iniciativa.
7. El sentido común impone que, en la difícil coyuntura
que atraviesa el país, ese equilibrio sea
buscado seria y empeñadamente. Hacia él debe
orientarse el actual debate que opone a quienes
desean explotar las riquezas de la Amazonía para
beneficio de todo el país, y una parte de los habitantes
de la selva que temen —en ciertos casos
con fundamento— que la explotación indiscriminada
de dichos recursos afecte negativamente sus
vidas y sus comunidades. No obstante, es obvio
que en ese conflicto de intereses ha interferido un
factor desequilibrante, que condujo a los trágicos
hechos que enlutan a la Nación.
8. ¿Cuál es ese factor? No es difícil ver que
por detrás de la protesta indígena actúa una fuerza
ideológica extra-indígena. Esa fuerza es la
que pone en boca de los nativos palabras como
“insurgencia”; la que los azuza para plantear exigencias
políticas descabelladas y ajenas por completo
a sus reales aspiraciones y necesidades,
como la “vacancia presidencial”, la “renuncia de
todo el gabinete” o la “reforma de la Constitución”
(¡!); la que empuja a algunos de sus líderes a violar
flagrantemente la ley bloqueando carreteras,
apoderándose de estaciones de bombeo, tomando
rehenes, chantajeando autoridades, instigando
a la violencia; en suma, una fuerza que utiliza
a los nativos a la vez como masa de maniobra y
carne de cañón.
9. ¿De qué fuerza se trata? Sólo puede ser la
misma fuerza revolucionaria que hoy convulsiona
internamente a otras naciones sudamericanas: el
neocomunismo anárquico. Él busca desorganizar
y precipitar esas naciones en el caos. En algunas
de ellas, como el vecino Brasil, la demolición tribalista
alentada por la teología de la liberación ya está
en pleno curso, y viene produciendo resultados desastrosos
para su unidad y organización nacional.
10. Esta visión de fondo, si bien necesariamente
resumida, proporciona la clave de interpretación
para un conjunto de hechos recientes ocurridos
en el país. Estamos, no tengamos duda, ante
una agresión revolucionaria con ramificaciones
internacionales que podrá poner en jaque
todo el progreso obtenido por el Perú en los
últimos años.
* * *
En esas circunstancias, y más allá del indispensable
deslinde de responsabilidades por esta
asombrosa explosión de violencia, confiamos en
que las autoridades nacionales, conscientes de la
real dimensión del problema, proseguirán sus esfuerzos
tendientes a un apaciguamiento de los
espíritus, para que la discusión del tema amazónico
se dé en una atmósfera de concordia, en la cual
todas las partes involucradas puedan exponer libre
y serenamente sus opiniones. Naturalmente
esto demandará tiempo, estudio, reflexión, cordura.
Cualquier decisión adoptada con precipitación
e inmediatismo será superficial, falseada, y sólo
conducirá a nuevas frustraciones.
Ese debate debe ser exclusivamente entre peruanos
—por tanto excluir injerencias de personas
y entidades foráneas o a servicio de éstas—,
circunscribirse a los temas que son motivo de preocupación
de los pueblos amazónicos, y no ser
ideologizado. De él deben participar, del lado indígena,
los verdaderos representantes de las comunidades,
debidamente advertidos para no dejarse
manipular por seudo líderes que buscan instrumentalizarlos
a favor del caos.
En este sentido cabe a las autoridades nacionales
identificar y denunciar ante la opinión pública
nacional e internacional quiénes han insuflado
la violencia en los cruentos episodios de Bagua;
los vínculos de esos elementos con la revolución
cultural neocomunista y su hermana gemela, la
teología de la liberación; qué estrategias revolucionarias
han aplicado, y con qué apoyos financieros
contaron; qué papel han jugado en los hechos
personas, organismos y gobiernos foráneos; etc.
Esto debe quedar meridianamente claro, a fin de
prevenir cualquier nueva manipulación de nativos
a favor del caos revolucionario.
* * *
Los peruanos somos un pueblo pacífico, profundamente
amante de la concordia. La inmensa
mayoría de nuestros compatriotas, incluidos nuestros
hermanos indígenas de la selva, sólo aspira a
vivir y trabajar en paz y orden. Tierra de santos y
de héroes, nuestra idiosincrasia, nuestra historia y
nuestros recursos nos indican que somos llamados
a ser una gran nación católica. Y por cierto lo
seremos si, más allá de las crisis que hoy nos afligen,
sabemos mirar el futuro con los ojos puestos
en la Santísima Virgen del Rosario, reina y patrona
del Perú.
1 Cfr. WALTER KOLARZ, Comunismo e colonialismo, Ed. Dominus,
São Paulo, 1965, p. 99. El autor, especialista de la
BBC en asuntos de comunismo, recuerda que una propuesta
análoga sobre los indígenas fue formulada en 1962 por
Fidel Castro, e incluida en la “II Declaración de La Habana”.
En esa época, el objetivo era usar a los nativos “como
materia prima sociológica y política para promover la ascensión
de los partidos comunistas latinoamericanos al
poder” (Idem); hoy, en cambio, son igualmente usados, pero
con un fin aún más radical, precipitar las naciones americanas
en la anarquía.
2 PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL, Resoluciones – 29 Congreso
del PSOE, 1981, pág. 201.
3 Para medir bien la radicalidad anárquica de estos seudo
“teólogos”, el Consejo Indigenista Misionero (CIMI), órgano
de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil, publicó
un libro sobre los 500 años del descubrimiento de dicho
país, en el cual sostiene que, aglutinando en un frente unido
a “los pueblos indígenas” y a “toda la población marginada”
—o sea, el nuevo proletariado a que nos hemos
referido— “cuando todos estemos unidos en torno de esta
causa, los gobernantes no serán más nadie, apenas una
niebla que un día manchó la Historia de esta tierra y los
horizontes de esta gente” (Cfr. CIMI, Outros 500 – Construindo
uma nova história, Ed. Salesiana, São Paulo, 2001
– destaques nuestros).
4 Cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Tribalismo Indigena, ideal
comuno-missionário para o Brasil do século XXI, 8ª edición,
Artpress, São Paulo, 2008, pp. 35-36. Esta obra ha
vendido más de 80 mil ejemplares.
Notas
Lima, 19 de junio de 2009.
Tradición y Acción
por un Perú Mayor
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Email: tfplima@gmail.com
Teléfonos: (01) 462-0314 / 991-075-689

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