sábado, 28 de junio de 2014

Encumbrando la política exterior peruana

Publicado en LA RAZÓN, de Lima-Perú, el 27 de junio de 2014


Encumbrando la política exterior

Ricardo Sánchez Serra

 

El sorpresivo cambio en la Cancillería peruana sin duda tiene como objetivo reimpulsar la política exterior, con la dirección de un diplomático de carrera y distinguido como el embajador Gonzalo Gutiérrez Reinel.

Este nuevo aire era necesario para dejar atrás “La Hayanización” del Ministerio de Relaciones Exteriores y asimismo, la fragilidad –y lo digo con todo respeto- de la anterior jefa del portafolio.

El embajador Gutiérrez ya esbozó sus prioridades, la relación regional (“quiero que Perú sea una potencia regional emergente”, dijo), la Alianza del Pacífico y los Tratados de Libre Comercio, en especial con la India. En una entrevista periodística hace seis años –cuando ocupaba el cargo de vicecanciller- señaló que era prioritaria, asimismo, la relación con Estados Unidos.
 

Aunque es muy pronto para detallar, es importante, igualmente, la defensa de los peruanos migrantes en el exterior.

Pero hay un tema que debe distinguir a la Cancillería peruana y es el impulso a los valores en las relaciones con los países, el respeto irrestricto del Derecho Internacional. Basta ya de una “real politik” en la que se ceden principios, basándose en intereses prácticos, sin importar la ética o los valores.

Reafirmar, por ejemplo, con hechos, el tradicional compromiso con los principios internacionales, como el de la autodeterminación de los pueblos, el apego a la legalidad y el respeto a los compromisos internacionales. Invoco, fraternalmente, a que la Cancillería cristalice la promesa del presidente Ollanta Humala, incluida en el Plan de Gobierno de Gana Perú de restablecer relaciones con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), que aún se señala está en evaluación.

La Cancillería peruana no debe estar pendiente del qué dirán o que el piso no se mueva. Hay que tener valentía para tomar decisiones. El reconocimiento a la nación saharaui diferenciaría otras gestiones, dando mayor prestigio por el apoyo explícito y de justicia a pueblos oprimidos.

Si el Perú quiere ser neutral en el conflicto, como tanto se menciona, debe permitir la instalación de la embajada saharaui para que esté a la par con la marroquí, como sucede en México, Sudáfrica, Argelia, entre otros países. Esta sería una verdadera neutralidad y equilibrio.


El Perú debe tener la mejor relación tanto con la RASD, como con el Reino de Marruecos. Una no debe excluir a la otra, cooperando así a los esfuerzos de las Naciones Unidas para solucionar el conflicto con la celebración del referendo de autodeterminación, y no continuar siendo un agente pasivo. Y también hay que darle importancia a la relación con Argelia –potencia norafricana- increíblemente descuidada.
 

Revaloremos la política exterior peruana.

 

 

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